Los buenos libros literarios son ese mundo complejo que encierra personalidades, experiencias y situaciones con las que nos vamos identificando según el momento que nos encontramos viviendo. A través de descripciones tan exactas que nos trasladan a ese mundo ficcional confundiendo las similitudes entre el lector y el personaje como propias.
“Ten cuidado con lo que deseas se puede convertir en realidad” citó el célebre escritor Irlandés Oscar Wilde una de las mayores personalidades de su tiempo por su ingenio, extravagancia y brillantez. Su genialidad fue demostrada por la precisión al desarrollar temas sociales en sus obras.
Es así como Oscar
Wilde en su novela “El retrato de Dorian Gray” logra tocar un tema tan importante como la superficialidad y la sobre valoración de las apariencias de hace poco más de 200 años atrás que aún persiste e
incluso ha sido superada en la actualidad. Wilde en su obra nos describe la degeneración de Dorian el
protagonista, un joven muy atractivo. Quien de haber vivido su adolescencia en
el campo, hereda de pronto una mansión y se ve fuertemente atraído por las tentaciones de
su nueva vida. Por otra parte, Dorian se encuentra obsesionado con la eterna
juventud y la belleza, lo cual lo lleva a realizar un pacto que lo mantendrá joven,
pero las huellas de los años y las abominables
acciones acciones que comete cegado por su obsecion se verán reflejados en la degradación de un retrato que guarda
celosamente. Ocasionándole un triste final.
Pues nada lejos
de la realidad las personas nos dejamos llevar por ciertas estandárizaciones que hemos
ido mentalizando. Situaciones impuestas por la sociedad sobre lo bonito y lo feo. Sobre todo las apariencias. El
deseo por la "Perfección"que distorsiona la realidad ocasionando la pérdida de la brújula y también la esencia de la persona.


"Con frecuencia, al volver a su casa después
de alguna de aquellas prolongadas y misteriosas ausencias que provocaran tan
extrañas conjeturas entre sus amigos -o que por tales se tenían- subía a paso
de lobo la escalera hasta la cerrada habitación, abría la puerta con la llave
que nunca le abandonaba, y allí, en pie frente al retrato obra de Basil
Hallward, con un espejo en la mano, miraba alternativamente el rostro perverso
y envejecido del lienzo y la faz joven y hermosa que le
sonreía desde el cristal. La misma violencia del contraste avivaba su deleite. Cada día
se sentía más enamorado de su propia belleza, más interesado en la corrupción
de su alma."-"El retrato de Dorian Gray"
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